1- Se vuelven dependientes de los halagos, piden feedback continuo sobre sus acciones y siendo memos autónomos pues necesitan la aprobación para cada paso.
2- Encuentran la motivación en el reconocimento de los demás y no en la satisfacción personal.
3-Cuando salen de casa los halagos que reciben son más "objetivo" y "sinceros", lo que provoca un desajuste entre los
4-Cuando un día no reciben su dosis habitual de palabras motivadoras echan en falta ese motor.
5-Provocan presión en el niño, debe mantener el nivel para no decepcionar a sus padres.
6- cuando son varios hermanos entrar en una competición de ver quién consigue más piropos y comienzan celos innecesarios.
7- Si se nos olvidan piensan que es porque no nos ha gustado y desconfían de si mismos.
8- Otra cuestión, no menos importante, es la distracción que supone en la tarea que está desempeñando la escucha del halago, incluso puede interrumpirse definitivamente.
Por lo tanto, cuando tu hijo esté disfrutando de una tarea es mejor que le permitas continuar sin interrumpir, ni siquiera con un comentario agradable, espera a decírselo cuando acabe.
Anima a tu hijo a reconocer con qué actividades disfruta él. Ayúdale a ser objetivo con el resultado de sus acciones, a perseveran para aprender cada día un poco más. Hazle sensible a sentir la alegría que le ha proporcionado la tarea realizada, independiente del resultado.
Ayúdale a superar sus dificultades, no se las escondas, muéstrale su estrella, potencialá, apóyale para que tenga éxito por méritos propios.
Así conseguirá ser una persona con una imagen fiel a su realidad, a valorarse y a confiar en si mismo y no necesitará la aprobación del resto.
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